Acusador Crónico

por Gonzalo Albán

Caracteriza al mediocre la búsqueda constante de un culpable, de alguien a quien atribuir la pena de sus fracasos, pues aceptar la responsabilidad le es difícil y lastimar su ego, aún más complicado. Responsabilidad de una serie de malas decisiones que han llevado al país a un malestar generalizado. En donde las prioridades resultaron ser los cocteles, comisiones al exterior y condecoraciones como si gobernar fuera portar la banda, tomarse fotos y pasear por el mundo y no la ardua tarea de diseñar e implementar una -agenda país- que se enfoque en resolver los problemas que aquejan a los ciudadanos. Esa búsqueda de culpables es un intento de escapar de su inoperancia, de su indolencia, de su torpeza y de su pleno desconocimiento del manejo de lo público.

Primero la Asamblea Nacional tenía la "culpa" por cumplir con su rol de contrapeso a las actuaciones del ejecutivo. Una vez disuelta, la expectativa era de mayor fluidez en sus acciones, pero esto nunca se dio y vino acompañado de un nuevo culpable, de una nueva excusa: “la Corte Constitucional”. Y es que la Corte Constitucional vela por lo constitucional. Siendo esta la que mayor institucionalidad posee, cualidad que la diferencia del resto de instituciones del Estado y sostiene su credibilidad y valor público. La narrativa del gobierno no puede sostenerse sin un culpable, sin una excusa así que lo actuado les encajó perfectamente en su torpe narrativa. Al ejecutivo todo le “truncan”, todo le “dañan”, en otras palabras, es una víctima de la institucionalidad democrática, una víctima del debido proceso, una víctima del Estado de Derecho. Ironías que florecen cuando esos intentos de dictador no son más que destellos de los impulsos que confeccionaron el capricho de poder de quien nunca estuvo listo para tomar las riendas del país.

Su falta de gestión la sufrimos todos y un claro ejemplo, la no ejecución de un presupuesto de seguridad es una decisión que expone a la población al exterminio por parte de grupos criminales. Es un crimen restringir intencionalmente la ejecución de un presupuesto cuando se necesita. Es atentar contra la humanidad de todo un pueblo.

Que la historia condene y jamás perdone a los indolentes y miserables que teniendo la oportunidad de hacer por su país, prefirieron acomodarse en el mínimo esfuerzo y pasaron su tiempo defendiendo lo indefendible. Cuidando su espacio, su cargo, su sueldo, pero jamás a su país.

Si tocamos fondo es por los que callan. Por los que prefieren evitarse el lío de decir lo que piensan. Si tocamos fondo es por los conformes, por los cómodos que no exigen lo que merecen, que no alzan su voz. Ningún mal gobierno sobrevive, si no hay quien solape sus barbaridades. La mediocridad no subsiste, si no hay quien se someta a sus caprichos y vanidades.


Gonzalo Albán 

Columnista


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