Ni la mesa servida, ni la casa en orden

por Amanda Hidalgo

Las elecciones y las transiciones de gobierno suelen poner de manifiesto las polarizaciones sociales sobre temas específicos, generalmente temas sociopolíticos y aquellos más álgidos, sin embargo, dejar de lado el contexto económico, dificulta la observación del “golpe de timón” o la permanencia del continuismo. La batalla electoral debe enfocarse, en términos reales, hacia las alternativas técnicas para cambiar de inmediato la forma en que una nación está siendo administrada.

En el caso, por ejemplo, de Costas Karamanlis (2009), del partido conservador Nueva Democracia, Grecia experimentó un aumento significativo en el gasto público, sin embargo, las políticas expansivas también llevaron a un aumento en el déficit fiscal y la deuda pública. La crisis financiera de 2008 tuvo un impacto grave en la economía griega. Una transición de poder para la historia, considerando el componente bomba que significó para el Gobierno entrante el nivel de deuda del Gobierno saliente. La economía comenzó a contraerse al poco tiempo, y las finanzas públicas empeoraron aún más debido a la falta de control fiscal y la falta de transparencia en las estadísticas económicas. Para las elecciones generales de octubre de ese mismo año, George Papandreou, líder del partido socialista PASOK, fue elegido como nuevo Primer Ministro de Grecia, cuando asumió el cargo, descubrió que la deuda y el déficit eran mucho más altos de lo que habían sido informados.

Cambiar de gobierno requiere primero un baño de sinceridad, sobre todo en un escenario en el que un plazo de mandato no ha culminado de forma “natural” sino que ha de ser sustituído luego de romper el vidrio de emergencias denominado muerte cruzada. La caída de los precios del petróleo y su respectiva producción, la baja inversión extranjera directa, y un ínfimo crecimiento económico e inversión social en abandono, dejaron al Gobierno de Guillermo Lasso en una cifra récord de aceptación popular del 9%.

¿Qué tan mal estamos? 

Ecuador es la segunda economía con mayor velocidad de incremento de riesgo país de la región, está por encima de Venezuela que se ha mantenido constante como el más alto y El Salvador, y solo por debajo de Argentina. Con un riesgo país que última y usualmente supera los 2000 puntos, nos encontramos en una situación en la que si el Estado ecuatoriano emitiera bonos de deuda tendría que pagar una tasa de interés de alrededor 25% (un valor impagable); esto significa que el mercado internacional es adverso para una emisión de Ecuador, pues se encarecen las tasas de interés para la emisión de deuda externa o para el acceso a créditos por parte de empresas y entidades ecuatorianas en el exterior.

Según cifras de Bloomberg, Ecuador refleja un repunte medido en CDS. La prima de riesgo asociada a los bonos de 10 años de Ecuador incrementó 58 puntos en menos de 3 meses, lo que encarece cubrir el seguro del país en caso de ser calificado como impago, es una tasa elevada si se compara con el interés promedio que Ecuador paga a los multilaterales (inferior al 4% anual).

Según datos del INEC (Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos), para diciembre de 2022, la pobreza a nivel nacional alcanzó el 25,2% y la pobreza extrema el 8,2%, esto sin dejar de lado el alarmante nivel de desnutrición infantil que bordea el 30%.  El 70% de la PEA (Población Económicamente Activa) solo fluctúa entre el desempleo y la informalidad, lo que significa que solo 3 de cada 10 ecuatorianos tienen un pleno empleo. La informalidad es un agravante económico y un factor que mantiene al sector empobrecido al margen de los servicios sociales. Menos aportantes, menos recaudación, menor entrega de obras y servicios públicos.

Si bien el modelo de austeridad fiscal propuesto por Lasso parecía positivo (especialmente para los inversionistas extranjeros), los beneficios de sus políticas no se han visto reflejados en la microeconomía, con resultados realmente desalentadores. El nivel de empleo en el sector público no difiere del gobierno anterior (nula capacidad de creación de empleo), y la reforma tributaria que incrementó el Impuesto a la Renta especialmente a la clase media, fueron heridas de muerte para un gobierno que ya se encontraba convaleciente después de su primer año.

Los incentivos a la Inversión Extranjera también quedaron para la anécdota, la IED (Inversión Extranjera Directa) en el Ecuador no alcanza ni siquiera el 1% de media, un dato que llama la atención teniendo en cuenta la fortaleza de ser un país dolarizado, mientras que para Colombia y Perú alcanza el 4-5%, Chile 9% y Panamá casi el 10%.

Las remesas, fruto de la salida masiva de ecuatorianos en búsqueda de mejores oportunidades en el exterior, han reflejado un aumento peligrosamente dependiente en respuesta al bajísimo flujo de ingreso de dólares por falta de inversión de mercados extranjeros en el Ecuador.

Para agosto de 2023, los atrasos del gobierno de Guillermo Lasso con el IESS, GADs, y proveedores bordean los 1.500 millones de dólares, se calcula que para fin de este año, los atrasos alcancen los 2500 millones, teniendo en cuenta el cálculo a la baja del precio de barril de petróleo considerado en el PGE (Presupuesto General del Estado): Se estimó ingresos petroleros por 3.674 millones, pero hasta julio 2023 esa estimación apenas ha alcanzado los 870 millones.

La mayoría de atrasos corresponden al aporte del 40% que el Estado debe hacer al pago de pensiones de jubilados. Hasta el mes de julio, el Estado debía transferir 1,134 millones, pero de ello solo se transfirió 343 millones, lo que significa un atraso con el Seguro Social que suma 790 millones aproximadamente.

Le siguen los atrasos a los Gobiernos Autónomos Descentralizados, que, según el Modelo de Equidad Territorial del COOTAD, tienen derecho a recibir el 21% de los Ingresos Permanentes del PGE (Impuestos), y el 10% de los Ingresos No Permanentes (Provenientes de las exportaciones de petróleo). El Gobierno debía transferir 1.861 millones, pero solo ha transferido 1.405, lo que significa un atraso de 456 millones desde hace 2 años.

El alto Déficit Fiscal, (con gastos del Estado que superan los ingresos no financieros), se produce a pesar de que el actual Ejecutivo contrajo el gasto público y la inversión social, decisión que explica el deterioro y abandono de casi toda la infraestructura pública a nivel nacional, la falta de ejecución presupuestaria de la totalidad de las carteras de estado, y su correspondiente falta de financiamiento a sectores prioritarios como salud, seguridad y educación. La deuda acumulada, (en parte para cubrir el déficit fiscal), será un reto para el presidente electo el 15 de octubre, y probablemente para el siguiente mandatario también, todo esto sin considerar de reojo los efectos que el Fenómeno del Niño dejará al país.

Conocer el estado real de la economía es importantísimo para que el nuevo gobierno pueda tomar decisiones con efecto de corto plazo, inmediatas y efectivas, que se alejen de las medidas que nos han llevado a este punto. El establecimiento de prioridades, gestión de crisis, fortalecer la confianza en las instituciones hoy tan deterioradas, y fortalecer la cooperación internacional. El desbalance de la información puede llevar a un nuevo gobierno a cometer errores para los que ya no queda tiempo de recuperarse, por tanto, la transparencia y precisión de la evaluación económica se convierte en un aspecto crucial de la transición.

El próximo gobierno de Ecuador recibirá el país con un déficit fiscal de alrededor de 5.000 millones de dólares, cifras sin crecimiento económico, un Estado altamente endeudado, con un mercado laboral restringido, y completamente contraída. Al PGE le dejarán de llegar anualmente 1.200 millones de dólares por la suspensión de la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní, resultado de la Consulta Popular de 2023 y otros 200 millones como efecto de la reforma tributaria y la falta de alternativas de recaudación dirigida a quienes más ingresos generan.

Focalizar subsidios a combustibles o incrementar algún impuesto de fácil recaudación como el IVA, asumir un nuevo compromiso con el FMI, son algunas propuestas que analistas económicos mencionan para contrarrestar de alguna forma el impacto de un golpe que tarde o temprano, no podremos eludir.


Amanda Hidalgo 

Columnista


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