TRANSFUGUISMO ELECTORAL Y TRANSFUGUISMO PARLAMENTARIO

por Mónica Banegas Cedillo

El transfuguismo político es el cambio de ideología o de organización política por parte de una persona que ha sido seleccionada para ocupar un cargo de elección popular. En las últimas décadas, esta práctica ha aumentado en los países de América Latina, generando repercusiones respecto a la representación política y el incremento de la desconfianza ciudadanía. En los parlamentos donde se experimentan altos niveles de fluctuación entre sus bancadas, se percibe un efecto de pérdida de confianza popular porque la institución no garantiza el ejercicio efectivo de la representatividad, existe inestabilidad en los procesos de decisión y absoluta incertidumbre en las tareas de fiscalización y legislación. 

La representación parlamentaria sufre una alteración en la decisión del electorado, en especial cuando las listas electorales son cerradas y bloqueadas, de forma que la representación parlamentaria es alterada modificando el principio de mayoría. El voto tránsfuga es determinante para una decisión o relevante en la agenda política nacional. 

En Ecuador, a partir de febrero de 2020 la forma de votación fue reformada, pasamos de votar en lista abierta y voto preferente a votar en lista cerrada y bloqueada, es decir por la organización política que a nuestro criterio mejor nos representa; esto implica no sólo un cambio de la norma electoral, sino un cambio en la esencia misma de quienes militan en las organizaciones políticas.  

¿Hasta qué punto quienes ganaron una curul para un cargo ciudadano representan al votante o la organización política? Tampoco es novedad que la línea orgánica del partido se rompa antes de los procesos de censura. ¿Puede un asambleísta renunciar a su organización cuando a su juicio debe o no votar para censurar al primer mandatario? 

La respuesta en términos políticos parece sencilla; ¿que representa el voto? La respuesta en el plano de la ética, la transparencia y el deber ser en los procesos democráticos; es más complicada. Sin embargo, la renuncia a las filas del partido está dentro del marco de los principios de lealtad a la conciencia individual. 

El transfuguismo materializa los problemas del ejercicio de la representación y de la articulación de los intereses partidistas, dejan en evidencia las debilidades del sistema de partidos y la capacidad de estos para construir y mantener la cohesión y disciplina parlamentaria. Es necesario plantear reformas para evitar el transfuguismo, esto implica ir más allá del diseño institucional para dar estabilidad al sistema como un todo, es necesario implementar mecanismos para gestionar los intereses comunes por sobre las agendas personales.  

En los próximos meses los ecuatorianos volveremos a las urnas y como lo permite la norma constitucional los asambleístas destituidos por la aplicación de la muerte cruzada, tienen opción de participar en la lid electoral para re elegirse, por ello, las organizaciones políticas deben elegir con cautela a sus mejores cuadros, por capacidad y lealtad a su línea ideológica y programática, y evitar los candidatos  que simpatizan con el partido mientras  consiguen una curul en el parlamento y que en el ejercicio del cargo se alejan de sus reglas y decisiones para cumplir una agenda propia, peor aún so pretexto de volverse independientes empiezan a cotizar su voto a cambio ofertas e incentivos que nunca son transparentes.  

Cuando un asambleísta renuncia a su partido, la opinión pública habla de traición, oportunismo, incluso salvo contados casos, se insinúa y a menudo se verifica que por el voto se ha pagado un alto precio. La representación y la disciplina de los parlamentarios requiere de reglas claras para evitar el transfuguismo o camisetazo como se conoce coloquialmente.


Mónica Banegas Cedillo 

Columnista y analista política