UN MINISTERIO CON DOBLE QUESO, PEPPERONI Y MASA FINA

por Gonzalo Albán Molestina

El reparto a la vuelta de la esquina y el gobierno salvando su pellejo, al parecer, dispuesto a entregarlo todo. Es así como hacen del Estado una “pizza” que se fragmenta en porciones que van siendo cooptadas por grupos políticos que aspiran instituciones y ministerios, seguramente no para servir, pero si para servirse. Todo esto a cambio de votos que serán necesarios para definir la permanencia de un presidente incapaz, inoperante y con lamentables pero frecuentes quebrantos a su salud.

Mucho de esto me lleva a recordar lo ocurrido años atrás con el Expresidente Pedro Pablo Kuczynski del Perú. Quien enfrentó una primera vacancia presidencial por corrupción, de la que logró salvarse y que tuvo que enfrentar una segunda en medio de acusaciones y de escándalos por “compra de votos”. Es como si esto respondiera a una misma receta. Cabe resaltar que frente a la segunda, este prefirió renunciar antes de enfrentarse al Congreso peruano.

Ser juzgado por “permanente incapacidad moral” ahuyentó a PPK del poder al verse en una encrucijada quien efectivamente años más tarde tuvo que responder a la justicia peruana. Lo que se suscita en el Ecuador, revela la podredumbre y las formas más corruptas en la que se hace política, no solo de quien busca instituciones a cambio de votos sino también, de quien las ofrece. Y es que el gobierno del “encuentro” demostró ser eso que tanto criticó, eso que siempre sostuvo que jamás sería.

¡Qué torpeza de pensar que sobrepasar un juicio político a través de la repartición del Estado, contribuirá a la “continuidad” y estabilidad de su gobierno! Esta inestabilidad ya anidada desde el primer día de gestión no hará más que ampliarse. De lo que si hay certezas es que sobrepasar este evento, no será suficiente, el régimen enfrentará aún más problemas de los que ya enfrenta y su final puede ser aún más catastrófico y traumático que una renuncia o una censura con efecto de destitución.

Algo que quizá no piensa el gobierno, es que el poder termina. Es decir, no puede este agotar todos sus movimientos pensando que el futuro no traerá consecuencias que afectarán el desarrollo personal de quienes habrían sido sus integrantes. La impunidad no es hoy una opción frente a una sociedad más participativa que exigirá respuestas y justicia. Es decir, que la calma no es algo que volverá a acompañar las almohadas de quienes hayan sido parte de este. Hay aspectos que no pueden minimizarse, como la supuesta relación con mafias, que deberán investigarse hasta conceder al país la verdad. Un gobierno que de estrategia poco o nada sabe. Un gobierno que ha intentado jugar “parchís” en un tablero de ajedrez.


Gonzalo Albán Molestina 

Columnista y analista político